Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip.
- ¿Cómo esta, Doctor?
- Crítico... Pero por ahora estable.
Y papá andaba por la costanera y me levantaba en sus hombros. Me mostraba todo lo ancho del río, con su mano indicaba el horizonte chato y lejano. Me intentaba mostrar la otra cosa. Y hablaba. Señalaba. Mostraba a la armada anarquista que rescataba a los que se dejaban caer de los barcos para que no los deporten. Mientras tanto me daba de comer bolas de fraile, cañoncitos, vigilantes. La costa, la costa. Las aguas marrones que se levantaban contra los pilones de cemento rugoso. El agua color caramelo golpeaba contra la costa y explotaba. Estallaba. Abrí la boca. Respira el agua, el agua que hay. El cielo gris y la tormenta que se aproxima. Mamá anda caminando. Mamá anda por la cocina mientras me levanta sobre la mesada y me pone allí. Me deja. Amaza. Yo amazo. El mazo. Mamá canta. Canta con voz fuerte. Canta siempre la internacional. Amor libre. No podemos estar encadenados. Con tu papá nos amamos pero ninguno de nosotros puede estar con el otro. Seríamos una tiranía si estuviéramos casados. Y casados ante quién mi querido hijo. ¿Ante la Iglesia? ¿Ante el Estado? ¿Ante los demás? Con tu papá nos amamos. Y luchamos contra todas las ficciones sociales. Sean públicas, privadas o simplemente ajenas. Mamá canta. Canta la Internacional. Yo aprendí de memoria la internacional. El abuelo murió en la semana trágica. El tío murió en la semana roja. Hay que buscar poesía en todo, sin la poesía la vida se nos escapa. La vida es ideas, hijo mío. La vida es la búsqueda de ideas. Yo lucho por tu libertad mientras lucho por la mía. Y allá en las olas los barcos con la bandera roja y negra navegaban en la búsqueda de los compañeros caídos. Los compañeros que se dejaban caer a las aguas acarameladas si es de día y negras si es de noche. La muerte vendrá y tendrá tus ojos. Los verás en la calle. Siempre cuídate. Tus compañeros. Cuídate de los cochinos. Cuídate de la burguesía porque ellos no están preparados para el cambio. Y ten cuidado con los que quieren vivir en revolución. La revolución es sólo el paso de un estado a otro. Nosotros queremos el mejor estado, el estado de la libertad del hombre. Sin Estado, sin Iglesia, sin Ficciones Sociales. Sólo lo natural. Sí, papá. Tengo que leer ahora. Creo. La vida es corta, ¿no, papá? La vida es corta sólo para buscar lo que hay que encontrar. Bajo una placa de cielo gris apuntando para el Norte. Apuntando para el Sur. Y mamá y papá se fueron de viaje. Cada uno por su lado. No los vi nunca más. La familia se desintegra en mis manos. Te veo en el auto. Yendo para el sur. Papá, desde la parte de atrás del camión saludando. Yendo para el norte. Y yo, quedándome. La vida. Suaznabar saluda. Casamiento. Iglesias. Bombas. Armas. Pistolas. Disparos. Bang. Bang. Bang. Bang. PUM!.
Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip.
- ¿Y.? Doc... ¿Cómo está mi amigo?
- Crítico, muy crítico. Pero está estable.
En la vida sólo queda la revolución. Sólo queda ir haciendo que todos la entiendan. Pasos de bebe. Leyendo al Ulises de James Joyce. Caminando paso a paso. Buscando. Hay que ir a quemar a los que la justicia no llega. Justicia por mano propia. Encontrar en el dulce ruido del disparo la justicia para todos los que no pueden. Muerte a Ramón Falcón. Muerte a todos los que han asido con su mano a la muerte de todos los que buscaban un futuro mejor. Los soñadores como yo andan caminando de la mano y en algún momento seremos miles y millones. Encontraremos las soluciones a todos los problemas de nuestros ideales. Voy caminando por la vereda donde me da el sol de la mañana. Paso por la librería donde la noche anterior estuve yo y todos los muchachos. El Narrador va en la camioneta. Sacamos todos los libros de literatura de los estantes. Todos los libros y los metimos. En ese momento todos los empleados están contando todos los tomos que faltan. Y agarramos los libros, los llevamos poco a poco a las diferentes bibliotecas populares. Y los niños leerán literatura mezclada con las ideas. Las ideas son los que quedan de los hombres cuando los hombros se caen. Los poetas y las petisas poetisas se van del mundo en algún momento y nos dejan sus poemas. Y las ideas son todo lo que queda. Y nuestros actos son recolectados por historiadores que miran con el ojo izquierdo cerrado o con el izquierdo abierto. Y nosotros qué somos. No somos nada. Sólo somos lo que está de momento, los que luchamos por el futuro, por el futuro mejor. Sabemos armar algunas bombas y disparamos algunos disparos. Algunas veces tomamos algunas vidas. Pero todo tiene que ser más grande. Y andamos en camionetas por el centro con motosierras prendidas mientras cortamos los parquímetros que es una doble imposición impositiva porque todos los conductores pagan el impuesto al automotor. Y destruimos todos los parquímetros y los subimos en la camioneta. Y la policía nos persigue mientras todos nosotros disparamos. Las cuestiones no son de todos. Pero las canciones que cantamos son siempre las mismas, mientras tomamos ron con coca cola. Un poco de ginebra sobre las heridas y morfina para matar al dolor. Y encontramos las poesías que necesitamos. Vemos que la anarquía vive en esta parte del mundo cuando manejamos y a nadie le importan las leyes. En esos momentos nos damos cuenta que el mundo no está tan mal. No hay leyes. No hay Estado.
Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip.
- ¿Cómo anda... Perdón usted hizo un doctorado?
- Crítico, pero estable. Y no. No lo hice.
Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.
- Carguen.
- Atrás. Atrás.
Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip.
Y Suaznabar se caso por civil en Temperley. Estuvo un largo rato conmigo ese día. Tomamos un café. Y yo lo mire desde lejos. Mientras veía como Julia sonreía y mostraba su risa a todos el mundo. Ella me vio. Cruzamos la mirada. Ella me hizo un gesto de gracias mientras su nuevo esposo nunca me vio. Y yo la vi llorando en una esquina mientras caminaba sin rumbo. Ninguno de los dos la veía desde hacía casi siete meses. Y ella lloraba mientras caminaba. ¿Adónde vas? A ningún lado. La verdad no sé. ¿Qué te pasa? Es mi abuelo. Mi abuelo está mal. Y me miro, largamente. Largamente con los ojos colorados de tristeza. Con los ojos inyectados en lagrimas de girasoles. Lloraba y yo la abrace. Lloró en mi hombro y me hablaba de su abuelo. Pero le hablaba a Suaznabar. Y los dos lo sabíamos. La acompañé un largo rato en su recorrido sin rumbo. Sin palabras. Las palabras son superfluas en esos momentos. Ella sabía. Todo era antes. Antes de casamientos y despedidas. Y la dejé. Pero habló de un novio. De un novio entre Suaznabar. Un novio. Algo que yo como amigo de él no podía entender. Y luego. Luego. Me fui. Caminando con rumbo. Bajo un cielo gris. Gris lluvia. Gris con una capa de nubes estable. No había nada entre el cielo y yo. Camine hasta llegar a donde estaba trabajando él. Y le dije. Anda. Anda a verla. Te necesita. Y él no me creía como ella no me lo quería decir. Pero en los ojos. En los ojos de los dos notaba el amor que no se decían y yo leía las palabras que a él le quedaban atragantadas en la garganta, atragantada en la mente, palabras que eran sólo para ella. Solamente cosas que ella podía escuchar. Y lo acompañé hasta el hospital. Y lo hice entrar. Y a partir de allí. Ellos volvieron. Otra vez la familia que siempre tuve volvió a estar junta. La familia. Ellos juntos. Y yo entré y ella me llama Willie aunque sabe que yo lo odio. Ella me mira con una media sonrisa. Noches y noches cuando me lo llevo de su lecho. Y la pandilla me espera con ginebra de la buena en la noche de los otoños perdidos en los que pasamos. Los pasados pasados son pretéritos de lo que vivimos. Andamos. Caminamos por las calles perdidas de las cuestiones olvidadas por todos los que anduvieron. Y los sonidos se repiten. Y mi vida es lo que fue. Y mi vida es lo que recuerdo. Te veo. Ahora a vos, cuando te diste vuelta. Saludando en un remis mientras la lluvia azotaba mi piloto. Y te fuiste para no volver. Y yo, no podía hacer nada porque yo no te puedo tener. No puedo amarte. No puedo porque soy anarquista. Y vos no. Y mientras yo te andaría destruyendo el amor con otras mujeres vos me esperarías tejiendo mañanitas mientras García Lorca sería fusilado otra vez por los soldados fascistas. A cantar la Internacional. Proletarios del mundo unios. A dónde vamos. Luego de esto no hay nada. Luego de esto no queda nada. La luz. La luz blanca. La luz blanca. La luz blanca incandescente de las lamparitas. Esa es la luz. Otro mito ha sido destruido por los hechos. Dios no existe. Es un invento. Nadie nos lleva a ningún lado cuando nos vamos. Abrí los ojos. La luz sólo la ven las personas que vuelven de la muerte y es la luz del techo, la luz que cuelga y enceguece a los ojos que están perdiendo la hidratación. La luz blanca monstruosa que la gente ve cuando vuelven a la vida no cuando se están yendo. La luz blanca son las luces de las lámparas que te golpean a los ojos cuando los abrís por un instante. Te estabas muriendo lo negro, la muerte, la niebla, Caronte, Hades y el mundo se te iban por la borda. Se te escapan los suspiros. El electrochoque te golpea y hace que el corazón vuelva a latir. El electrocardiograma empieza a ladrar con su rítmico sonido cacofónico. Y abrís los ojos por un instante. Es el choque. Y los ojos se abren y ves la luz. La luz blanca que es la vida. Volviste. Volviste de la vida, en la muerte estaba todo lo otro, pero la luz blanca te indica que estas vivo. Otra vez. Vivo, vivito para esperar la muerte. Otra vez.
Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip.
- ¿Cómo esta, Medico?
- Crítico, pero estable. Está en las manos de Dios.
- ¿Usted es comunista y me dice en las manos de Dios?
- Es una forma de decir, camarada.
- Las pelotas, medico. Una forma de decir las pelotas. Él es un luchador. Él va a salir de esta como salió de todas. ¿Entiende medico? ¿Entiende? Y si usted no tiene la más puta idea para salvarlo, yo tengo una.
Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip. Pip.
- ¿Cómo esta, Doctor?
2 comentarios:
Sigo la historia.
"vendrá la muerte y tendrá tus ojos", me gusta mucho ese verso y desde aquella anécdota, cada vez que lo leo me hace acordar a vos. así que es una especie de metarecuerdo lo que me viene al ver que vos la citás nuevamente. y nunca me comentaste qué te pareció el texto que te pasé sobre el aleph y el que llevaba esa cita.
odio que me llamen "poetisa" el poeta me queda mejor...
digo, por si acaso.
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