miércoles, julio 25, 2007

Retorno

La taza de café, piensa Suaznabar, puede ser la misma en la cual había tomado café un par de meses atrás cuando estaba esperando la salida del vuelo en el que Julia se fue. Esa taza redonda, blanca, dura y con ese liquido negro adentro, tiene todas las características que la taza que había tenido ese día que Julia se había ido. Piensa, que quizás la diferencia entre las tazas (A menos que sean la misma, calculo de probabilidad aparte) es que en esta taza espera solo y en la otra esperaba junto a Julia.
Agarra un par de sobresitos de azúcar y los sacude violentamente agarrándolos desde un extremo. Mientras mira a las azafatas que pasan frente a su mirada arrastrando sus pocas pertenencias para el vuelo. Mientras abre los sobresitos y tira su contenido en su café, piensa que las azafatas en su época de chiquilin eran mucho mas bonitas que las de ahora. Igual agarra la cucharita de metal y empieza a revolver el liquido humeante y caliente.
Sin dejar de revolver, mientras que al café la espuma por fuerza centrifuga esta en el medio girando, mira por los grandes ventanales de Ezeiza, nota que el día esta nublado y frío, en realidad se da cuenta que el día sigue como estaba. Eso fue lo que Wilmar le dijo en el auto, mientras iban para Ezeiza.
Tranquilos (el tiempo de verbo se me deforma) iban en el auto que Wilmar conducia, rápidamente, entre los camiones que andaban rápido por el camino de cintura. Suaznabar iba en el puesto de acompañante mirando el horizonte y con un pucho en la boca, el viento le daba en el pelo y hacía que se despeine cada dos por tres. Pero era imperativo para Wilmar que la ventana estuviera abierta mientras el cigarrillo este encendido. Estuvo encendido un buen rato, y cuando se acabo, con ese mismo cigarrillo que se moría encendió uno nuevo que saco reluciente del atado, que tuvo que abrir, el film que lo recubría ahora estaba volando por el viento en Esteban Echeverria. La radio del auto estaba programado en diales de rock cristiano lo que le causaba gracia a Wilmar, lo que hizo que un viaje medio tedioso por la cantidad de camiones que nadaban por esa ruta a esa hora, tipo mediodía, se convirtiera en algo mas agradable.
Deja la cuchara sobre el platito y agarra el taza. La mira raudamente y no encuentra ningún indicio que le diga que esa taza vio a Julia, mientras calmada (porque antes estaba nerviosa de irse sola) tomaba una coca cola hablando sobre la tesis y los documentos que iba a poder revisar, tocar, sentir y respirar.... "Voy a respirar el mismo aire que esos grandes autores españoles medievales, voy a estar frente a ellos, a lo único que nos queda de ellos" decía Julia con la pasión que la caracterizaba y que a él, Suaznabar, tanto le gustaba. Tomo un sorbo de café y se puso a mirar las pantallas, estaba lejos, pero él, desde su posición las leía. Madrid atrasado.
Se quedo mirando ese: Madrid Atrasado. Se enervo, tomo de un sorbo el café y se fue de la mesa sin pagar la cuenta, que no se la habían llevado.
Fue hasta un puesto de diarios cercano y agarro un diario. Lo agarro y se fue, sin que nadie le dijera nada, otra vez. Supuso que Wilmar, que estaba en el auto, durmiendo, luego de una aventura nocturna, estaría orgulloso. Se puso mas cerca de la pantalla para leer bien lo que decía, pero la pantalla no cambió por el cambio físico de Suaznabar, seguía diciendo: Madrid Atrasado. "Maldito barajas" se dijo Suaznabar, y anduvo por todos los escritorios donde la gente deja sus valijas. Se acerca y mira a un muchacho, lo recuerda de algún lado... Sigue su camino, aunque su ruta es muy difusa. Entra al baño, y mea entre las personas. Juega con esos redondeles que tienen los migitorios. Luego, mientras se lava las manos se mira en el espejo.
El espejo refleja su imagen actual, el espejo de su casa cuando esa se fue reflejaba su imagen en ese momento. Las diferencias eran sutiles, pero Julia en el avión ya fantaseaba con los cambios. Ella pensaba que iba a tener el pelo mas largo, la barba de unos cuantos días sin afeitar, iba a estar despeinado y con la ropa toda arrugada. él, estaba, mas o menos, así. La imagen en el espejo daba que el tiene el pelo un poco mas largo que cuando ella se fue, tiene el pelo muy despeinado cosa que ella se lo hubiera ordenado como lo hizo el día que se salieron para el aeropuerto, y la ropa estaba arrugada, pero ella ya no podía contra eso. Julia, sentada mirando las nuevas nubes abajo suyo sonreía pensando en lo que dejó en su casa, y pensaba que Suaznabar debía de estar caminando por las paredes ya que no le gustaba esperar. Suaznabar se miraba en el espejo y se estaba volviendo loco pensando en un montón de cosas del tipo paranoico, pensaba en que el avión se estaba cayendo o los radares no leían y cosas así. Cosas como las que Julia abriendo la mesita que estaba empotrada en la silla de adelante pensaba que S. estaría pensando abajo. Saco un papel de un bolsillo y se puso a escribir para su esposo.
El sale del baño y se pone a mirar un auto importando que estaba en un stand en el aeropuerto. Se acerca de nuevo a otra pantalla y lee: Madrid Aterrizando. No le creyo. Tampoco era realidad porque al rato, cuando el estaba caminando por esos lugares donde viajeros y esperantes se cruzan, el cartel decía y dice, Madrid en horario.
Dentro de un rato, mientras Suaznabar husmea el diario, estará esperando en la puerta de los vuelos internacionales, mirando por las ventanas, esperandola a ella. El estará mirando si la ve, luego de tanto tiempo de estar separados. Ella primero pasara por el free shop y comprara cigarrillos y whisky para su esposo y Wilmar, respectivamente. Luego ira al baño, puesto que deseara estar tranquila en un baño. Luego mientras ella esperara las valijas, él tomara una posición cómoda entre la muchedumbre de esperantes; ella encontrará sus maletas y con las bolsas del Free Shop en un carrito saldrá para encontrar un cartelito que le llamará la atención que sostendrá su marido: Salvadora O. Salvadora. Recordará en ese momento cuando él le dijo que ella era su salvadora personal, y le recitó un poema que decía: Salvadora Oh Salvadora, sin ti yo ando perdido en tierras que me son familiares y ajenas, buscando el camino que solo tu, mi senda, me puede dar... Ella irá a su encuentro dejando el carrito perdido entre la gente que los ve, y se besarán largo, tendido, pasional y amorosamente.
El le pasara los dedos por sus pelos, sacandole algunos pelos de su cara, se dirán Hola y abrazados se irán con el carrito hasta el auto, donde los esperará (Mientras los sigue esperando) Wilmar. En ese momento, ella le dará el whisky a él y a su esposo los cigarrillos.
Ellos se sentarán atrás y Wilmar manejará; les dirá que es su chófer, y ella reirá. El la mirará por un rato sin hablarle.

1 comentario:

l dijo...

Tarde o temprano, todo lo que sube baja.
Y todo lo que torna, tiene que retornar.
Julia te ama.