El colectivo pasó y dejó una estela de colores que se quedaron flotando en el ambiente húmedo de la noche. Una estela de rojos, azules, verdes y amarillos quedaron como en largas líneas rectas que estaban pendiendo de un hilo. Lentamente, fueron desapareciendo, descolgándose de donde estaban. El nudo se desató y los colores cayeron en el recuerdo. Cuando desaparecieron del todo, la neblina cayó más rápidamente de lo que cualquiera podría recordar.
Él de repente se encontró perdido en esa neblina blanca que todo lo tomó. Por sorpresa se vio solo, sin todas las personas que lo acompañaban. Miraba para el frente cuando todo, de golpe, se dio (Cedió). Un eufemismo. Todos los que estaban a sus costados, especialmente algunos muy importantes, desaparecieron de su vista repentinamente sin que él, lo notara. Vio un saludo, una mano saludando en despedida y luego todo se le nubló, todo se le escapó de las manos.
Paró de caminar cuando no pudo ver más allá de la punta de sus botas. Apenas veía unos metros para delante. Todo el camino que veía, que recorría estaba ahora en penumbras, escondido por una muy densa niebla que tapaba todo lo que hasta un momento había visto tan claro. Giro en redondo en su sitio, notó que todos los lados, Norte y sur. Este u Oeste. Noroeste o Nordeste. Este o Este, estaban nublados, tapados por esa sopa que había caído del cielo tan repentinamente. También miraba para atrás, buscaba a la gente que estaba a sus costados. La gente que tanto significaba algo para él. Todos habían desaparecido, a veces algún eco sonoro llegaba hasta sus oídos indicando que todavía andaban por ahí, en la niebla. Perdidos, como él. Tal vez esperando que ese momento pase y que salga el sol, que todo se pueda ver. Pero en ese momento, en ese instante, estaba ahí y no podía pensar por el después. Tiene que pensar en el ahora. En ese momento.
Los grillos hablaban entre ellos a sus costados. Indicando que algo todavía había ahí. La ciudad había desaparecido también entre todo lo que no se podía ver. Tampoco se podía hablar. Intentaba gritar para hacer saber donde estaba, pero las palabras no salían. Una indicación de su subconsciente que le hablaba, que le decía que no hablara, que no hablará. En ese momento se dio cuenta que estaba entre las presencias de las ausencias. La mente le hablaba desde todas las direcciones, desde todos lados escuchaba los ecos de las ausencias. Pero mayormente desde atrás. Las palabras que venían desde atrás las podía tratar con la certeza que se toma el idioma. Las palabras que iban desde adelante, se le escapaban como si fuera otro idioma o cosas que no quería entender. Pero escuchaba, o las creía escuchar.
Tiene que tomar una decisión. De esas difíciles. Se dice "Pucha". Tiene que ver qué hace en ese momento. Todo se le había presentado de repente. Supone en ese instante que la decisión tiene que ser tomada. Las presencias ausentes van a seguir estando ahí por un buen tiempo. Pero en algún momento dejaran de ser presencias de las ausencias y la ausencia de todo se hará sentir. La ausencia de las presencias. Le duele pensar eso. Se dice: Nunca olvidar todo lo que pasó, todo lo que está atrás, porque lo que está atrás fue elegido y gozado. El adelante se le presenta nublado; escondido entre la niebla que no deja nada. La niebla blanquecina, blancuzca o simplemente blanca. La neblina que todo lo difuma y va moviendo toda la realidad. Se mueve y desplaza entre un horizonte que antes estuvo claro y que en ese momento no se ve.
Decide que lo mejor es seguir caminando con el alma como está: azul, verde, roja, amarilla, partida, entera, sin una parte, sin una pata, sin sostén, con corpiño o lo que fuera. Sabe que el corazón siempre está donde quiere que esté, aunque este quebrado o en las manos de otra persona. Pero da un paso mirando al piso. Ve ese paso, tan lento, tan largo. Ve como se resbala cuando intenta apoyar el pie en el piso. Pero los pasos se van dando. Repitiendose. Él no sabe que le traerá el futuro, ya que la niebla no deja ver lo que antes veía. Sabe sin embargo que el futuro está ahí afuera, como la verdad, que siempre fue ESTA. Que él será parte, pero no siempre puede decidir sobre todo lo que le pasa. Será jurado, será junado, será juntado; esto último se lo pregunta. Sabe que cuando uno no quiere, dos no pueden. Menos muchos. A veces, la niebla todo lo tapa, y decide seguir. Como siempre seguir. Caminando. Hacia delante.
¿Que será, será; que será de lo que será? El futuro no es nuestro para ver... Y él camina cantando. No está feliz. No está contento con la situación pero hay que sobrellevarla. El adelante quizá le devuelve la vista de lo que ve, o quizá le de nuevas alternativas que la neblina no le deja ver. ¿Perderá todo lo que tuvo? No siente bonhomía en su ser, se siente adusto, cansado y triste. Él siente que su vida esta macilenta. Que está descolorida, por más colores que quiera ponerle a la canción que se canta.
Andará, es frío en un día húmedo. El humero le duele. Las letras se pierden entre la pantalla blanca detrás de los pies. Se cayó. Se levantó. Siguió un rato.
La niebla sigue. La neblina está tapando todo. Hasta que no lo haga más.
Paró de caminar cuando no pudo ver más allá de la punta de sus botas. Apenas veía unos metros para delante. Todo el camino que veía, que recorría estaba ahora en penumbras, escondido por una muy densa niebla que tapaba todo lo que hasta un momento había visto tan claro. Giro en redondo en su sitio, notó que todos los lados, Norte y sur. Este u Oeste. Noroeste o Nordeste. Este o Este, estaban nublados, tapados por esa sopa que había caído del cielo tan repentinamente. También miraba para atrás, buscaba a la gente que estaba a sus costados. La gente que tanto significaba algo para él. Todos habían desaparecido, a veces algún eco sonoro llegaba hasta sus oídos indicando que todavía andaban por ahí, en la niebla. Perdidos, como él. Tal vez esperando que ese momento pase y que salga el sol, que todo se pueda ver. Pero en ese momento, en ese instante, estaba ahí y no podía pensar por el después. Tiene que pensar en el ahora. En ese momento.
Los grillos hablaban entre ellos a sus costados. Indicando que algo todavía había ahí. La ciudad había desaparecido también entre todo lo que no se podía ver. Tampoco se podía hablar. Intentaba gritar para hacer saber donde estaba, pero las palabras no salían. Una indicación de su subconsciente que le hablaba, que le decía que no hablara, que no hablará. En ese momento se dio cuenta que estaba entre las presencias de las ausencias. La mente le hablaba desde todas las direcciones, desde todos lados escuchaba los ecos de las ausencias. Pero mayormente desde atrás. Las palabras que venían desde atrás las podía tratar con la certeza que se toma el idioma. Las palabras que iban desde adelante, se le escapaban como si fuera otro idioma o cosas que no quería entender. Pero escuchaba, o las creía escuchar.
Tiene que tomar una decisión. De esas difíciles. Se dice "Pucha". Tiene que ver qué hace en ese momento. Todo se le había presentado de repente. Supone en ese instante que la decisión tiene que ser tomada. Las presencias ausentes van a seguir estando ahí por un buen tiempo. Pero en algún momento dejaran de ser presencias de las ausencias y la ausencia de todo se hará sentir. La ausencia de las presencias. Le duele pensar eso. Se dice: Nunca olvidar todo lo que pasó, todo lo que está atrás, porque lo que está atrás fue elegido y gozado. El adelante se le presenta nublado; escondido entre la niebla que no deja nada. La niebla blanquecina, blancuzca o simplemente blanca. La neblina que todo lo difuma y va moviendo toda la realidad. Se mueve y desplaza entre un horizonte que antes estuvo claro y que en ese momento no se ve.
Decide que lo mejor es seguir caminando con el alma como está: azul, verde, roja, amarilla, partida, entera, sin una parte, sin una pata, sin sostén, con corpiño o lo que fuera. Sabe que el corazón siempre está donde quiere que esté, aunque este quebrado o en las manos de otra persona. Pero da un paso mirando al piso. Ve ese paso, tan lento, tan largo. Ve como se resbala cuando intenta apoyar el pie en el piso. Pero los pasos se van dando. Repitiendose. Él no sabe que le traerá el futuro, ya que la niebla no deja ver lo que antes veía. Sabe sin embargo que el futuro está ahí afuera, como la verdad, que siempre fue ESTA. Que él será parte, pero no siempre puede decidir sobre todo lo que le pasa. Será jurado, será junado, será juntado; esto último se lo pregunta. Sabe que cuando uno no quiere, dos no pueden. Menos muchos. A veces, la niebla todo lo tapa, y decide seguir. Como siempre seguir. Caminando. Hacia delante.
¿Que será, será; que será de lo que será? El futuro no es nuestro para ver... Y él camina cantando. No está feliz. No está contento con la situación pero hay que sobrellevarla. El adelante quizá le devuelve la vista de lo que ve, o quizá le de nuevas alternativas que la neblina no le deja ver. ¿Perderá todo lo que tuvo? No siente bonhomía en su ser, se siente adusto, cansado y triste. Él siente que su vida esta macilenta. Que está descolorida, por más colores que quiera ponerle a la canción que se canta.
Andará, es frío en un día húmedo. El humero le duele. Las letras se pierden entre la pantalla blanca detrás de los pies. Se cayó. Se levantó. Siguió un rato.
La niebla sigue. La neblina está tapando todo. Hasta que no lo haga más.
1 comentario:
Yo corrí entre la neblina hace como una semana, no se siente nada bien, pero después se disipa. Es hermosa la música de Bo Kaspers, busque nomás.
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