domingo, julio 13, 2008

Metáfora (Meta y meta)

El colectivo pasó y dejó flotando una estela de colores en el ambiente. Esos colores se movieron rápidamente, se disiparon rápido. Él parado en su lugar ve como los colores prontamente son reemplazados por la niebla que todo lo acapara. La niebla, el no ser visto, el no saber dónde está uno es uno de los fenómenos que mejor le quedan.
Ve a lo lejos una figura, tiene forma humana. Que se queda petrificada cuando la niebla tapa todo. Sabe que no lo vio, está a una distancia prudencial, desde donde él lo puede ver, pero la otra persona no la puede ver. Lo ve quedarse quieto un segundo, un segundo que se le hace eterno. Luego a los tumbos vuelve a caminar. Acercándose a donde estaba él, parado.
Se palpa la espalda, sintiendo el largo facón atrapado en su cinturón. Palpa el mango de marfíl con su mano derecha. La otra persona se le va acercando, lentamente, pero lo hace sin detenerse. Camina hacía él.
Él sabe que no podrá controlarse en ese clima y en esa perfecta oportunidad.
La persona se acerca lentamente cantando, una canción en voz alta. ¿Que será, será; que será de lo que será? El futuro no es nuestro para ver... Él la escucha y la reconoce. La persona esta a un metro de distancia cuando él desenfunda el facón y sin dejarlo reaccionar se lo clava en el estomago sin dudarlo. Los cuerpos se quedan pegados como en un acto de amor por el mango del cuchilo. Él mueve y remueve el cuchillo dentro del cuerpo, mientras siente los últimos suspiro de vida de la persona que antes caminaba delante de él.
Cuando los sonidos de la persona cesan, cuando solo es eco del pasado y del recuerdo. Saca el cuchillo y el cuerpo cae, con un sonido seco. La hoja del cuchillo está toda manchada de sangre roja, rojiza. El cuerpo yace, ahora, entre la niebla sangrando en las baldosas de cuadrados pequeños y de colores chillones. La sangre se mueve hasta el pasto, como un líquido viscoso que se quiere unir con el pasto.
Como asesino serial, él, quiere un trofeo de su victima. Siempre se lleva los corazones. Entonces golpea con el cuchillo en el lugar en donde debería estar el corazón. Le abre el pecho, y mete la mano para llevarse el organo.
Con miedo, se va dando cuenta que esa persona no tiene corazón. Que ya se lo han llevado antes. Con miedo ve a esa persona, esa que era la que lo iba a a salvar de todos sus pecados. Era al que estaba buscando. Sabe que la persona muerta, chorreando sangre roja al piso, es una persona enamorada; que tiene el corazón empeñado en otra persona.
Lentamente se para con las manos chorreando sangre. Lava la hoja del cuchillo. Lo guarda. Corre hasta su casa. Sabe que lo salvó de todos los pecados. Pero ahora encuentra otra obseción: encontrar a esa persona con dos corazones.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por muy metafórico que sea, Don Gastón, los corazones siempre se quedan con uno...

En el amor, uno más uno nunca es dos: es uno y uno

(la única persona que tenía dos corazones era Olmedo en una peli, yo la vi)

L! dijo...

es... re triste este tex... me causo... llorar..

por alguna razon.. me hizo sentir mas fuerte, que me saque el corazón!.. por que ya no me servia.. :( ... ahora.. solo hay .. NADA! :(...

bu...


mejor.. me retiro..

Besos de colores!