lunes, julio 07, 2008

Necromancia

Era sábado a la noche. Aunque en realidad era sábado de madrugada. Entonces no era ya sábado, era más bien domingo. Me encontraba dando vueltas por el centro, andando. Estaba dando vueltas por Palermo, antes me había encontrado con Mariano y Ulises que también estaban dando vueltas por esos pagos, nada más que ellos estaban llevando a cabo una teoría de la que ellos van a hablar.

Anduve por una zona extraña, estaba totalmente perdido. Llegué a un páramo donde nadie había y caminé una cuadra más. Sentí que era el jardín donde los senderos se bifurcaban. Todas las calles llevaban inclinaciones raras y yo no podía mantener mi brújula direccionada. En alguno de mis giros, ya a esa altura, incontables; veo a Pérez mirando para el cielo encapotado. Al principio me costó darme cuenta que era él, pero mientras me acercaba me fui dando cuenta que en realidad era él.

Él no se dio cuenta en ningún momento que yo ya estaba a su costado. Lo miré largamente antes de hablar. Me parecía perdido en el limbo. Se lo dije. “Estas en el limbo”. Él no me responde de entrada, sin mirarme me dice. “No, no estoy en el limbo. Además esta palabra ya está”. Yo lo miré de cerca sin llegar a entender sobre que me estaba hablando. Estaba de bufanda y piloto. Estaba con la mirada fija en el cielo, en el medio de la calle. No pasaban autos, ni taxis ni personas.

La última vez que lo había visto estaba con Virginia, estaban muy contentos. Le pregunté por ella. Por primera vez me miró. Me dijo que no estaban más juntos. Por lo menos por ese momento no estaban juntos. Le pregunté por qué. Él me respondió con evasivas y medias tintas. Dando por entendido que yo sabía mucho de lo que me decía. No puedo reproducir sus palabras porque no entendí demasiado de lo que me dijo.

Me daba la impresión que estaba mal. Se lo dije. Me dijo: “Estoy mal. Estoy perdido. No sé bien dónde piso”. Se calmo por un rato, se notaba que estaba esperando algo. “Estoy esperando algo que no va a pasar” dijo. Mientras miraba el cielo. “Si te preguntas si me volví completamente loco” me dijo tranquilamente, respirando entre medio, más bien, suspirando entre medio, “no. Completamente loco, no. Pero me dijeron que aquí va a caer un copo de nieve y quiero esperarlo”. Yo en ese momento miré el cielo pero me di cuenta que nada de eso iba a pasar. Además teníamos una temperatura de unos veinte grados, una humedad galopante y un cielo sin atisbos de nieve.

Le pregunté que sabía de Virginia. “Poco y nada. He mantenido contactos esporádicos. No sé si está en su casa, si está de fiesta, no sé qué hace, poco y nada. Quizás vos sepas más de ella que yo”. Luego le dije que todo dolor pasa. “Todo dolor pasa, el tiempo todo lo cura. Mi problema es que espero que el tiempo me la traiga de vuelta, por qué primero la perdí y luego se me fue”. No hay nada que puedas hacer, le dije intentando darle animo. “No. Yo no puedo hacer nada más de lo que ya hice. Ahora la pelota esta de su lado”. Me mira moviendo los ojos pero no girando el cuello. “Sabes que todo lo que siento por ella está intacto. Todo. Me siento solo, absolutamente solo. No entiendo lo que me dice nadie. Nadie. Siento que solo ella me entendía, entonces ando por un mar de locura. La gente me es ajena y no siento nada por ellas. Es como si todos estuvieran muertos. Por mí vos estas muerto. Es la necromancia. He venido al infierno. No hay Virgilio que me guié el camino a Beatriz. No hay Beatriz, tampoco.” Yo estaba un poco asustado por todo lo que me decía, pero no quería perderlo en esas palabras paranoicas.

De pronto. Dice: “No va a caer copo de nieve. Como ella no va a volver. Pero la extraño y pienso en ella. Y el copo de nieve lo puedo esperar, además no tengo nada más para hacer hoy a la noche”. Sentí plena lastima por él. Aunque la vida es así y él iba a tener que aceptar que todo lo que empieza, en algún momento, termina.

Se pone a enumerar en voz alta:

Lepra,

Latas,

Limos,

Lutos.

Yo me lo quedé mirando. Luego me dice: “Estas no están en la lista”. Seguía sin comprender lo que me decía. “En este momento me doy cuenta de todo lo que he hecho mal, de lo que podría hacer bien. De todo lo que la quiero, necesito y deseo. De todo lo que quiero estar con ella. Pero tengo que aprender a vivir sin ella. Poco a poco, paso a paso. Mi temor, es olvidarla, es que mis recuerdos terminen caricaturizándola. Que ella se me evapore. Tengo miedo de eso.” Lo consuelo, le digo que nunca la va a olvidar, que con el tiempo va a recordar solo lo bueno, que ella siempre estará en su recuerdo, como lo que fue. Un gran amor. “Mi gran amor. Estoy solo, hermano. Estoy solo y perdido. Estuve mucho tiempo sin ella, pero este es el primer momento en que siento realmente que no estoy con ella. Que se ha ido”. Me dice.

Yo me lo quedo mirando un rato más. Unos minutos. Algunos minutos después, él se pone a mover el brazo. Y atrapa algo. Baja la cabeza y se mira la mano. “Mira, un copo de nieve. Un copo de nieve solitario como ella nunca vio. Así que esto se cumplió. Quizás haya alguna luz al final del túnel. Una ínfima esperanza”. Yo me quede azorado viendo el copo de nieve en su mano que lentamente iba desapareciendo con el calor de su palma lastimada y colorada. “Pero es mentira, me dice, tengo que aceptar la realidad”. Luego de un gran suspiro, me empieza a decir somos separados. Somos separados, somos singulares hasta que encontramos a otros que nos hagan feliz. “Yo quiero que ella sea feliz, que este bien”. Y se va caminando mirando el piso, metiéndose las manos en los bolsillos.

Desde ese día no lo vi más a Pérez. Tampoco nunca más vi a Virginia. A veces me imagino que nunca más se vieron. Otras veces me los recuerdo juntos cuando eran tan felices y se reían de cosas que los demás no entendíamos. Pero así es el amor. Como tan fugaz aparece, tan rápido se puede ir.

4 comentarios:

lexi dijo...

hermoso relato G, me encantó y tiene razón cuando le dice a Perez que el tiempo cura todo!

abraxo!

L! dijo...

hermoso texto, pero yo creo que el tiempo no me cura nada!.. como dijo en un momento.. tengo la esperanza en que el tiempo me lo regrese!... Felicitaciones por tan lindas palabras!

besos!!

Samabuai dijo...

Me hiciste acordar a Borges con los senderos que se bifurcan

Suaznabar dijo...

Dos cosas.
Creo que el tiempo todo lo tapa, que no cura nada.
Otra. Siempre creí que Borges se refería a Palermo, a esas callecitas de Palermo tan bifurcadas y extrañas.
Así que recordaste bien, y estoy de acerdo. El tiempo nada cura, todo lo tapa.