jueves, agosto 21, 2008

Terminé siendo Guillermo, y vos Cecilia

El tiempo hizo de mí a Guillermo; aunque también el tiempo hizo de vos a Cecilia.
Aunque siempre lo fuiste, yo no lo quería creer.
Extractos:

Guillermo Páez:

Te escribo a vos mi amor, con mi sangre vertida en estas hojas tristes de leer mi amor, me voy y no sé si volveré y si quiero...

Aunque me encuentres, yo voy a estar muy lejos de vos.

Supongo que alguna vez te quise, ahora no lo sé.

Cecilia Hoffman Olivero

Se conocieron 4 años antes del día que Cecilia dio cauce a sus planes de huida.

-Me gustaría comprobar que sos azul, como te veo yo. Azul y con aroma marino. Con ruido a las olas suicidándose en las rocas. Y con ese ruido vacío del mar eterno, inmenso e infinito. Azul paz. Azul eléctrico. Azul Francia. Azul cielo. ¿De qué color es tu alma? ¿Será blanca cuando estés haciendo las cosas mal, será gris cuando estés feliz, será roja cuando estés blue, será muy colorinche cuando la parca venga con su hoz a cortarte la cabeza?

Hoy es necesario comenzar a rehacer la vida. El domingo Cecilia se fue. El lunes lo usaste para llorar. Hoy, Guillermo mío, es necesario rehacer la vida. Hoy ya es miércoles. (...) Emborracharse. Olvidar, recordar, olvidar, llorar.

No puedo seguir escribiendo, ya no puedo decirte nada.


Era de noche. Y hacía frío. Decidió dejar el departamento en el que vivía con Guillermo una noche de domingo de un mes frío. Nadie lo sabía.

María Cecilia:

Es domingo y te extraño. Ya pasaron dos semanas desde que te fuiste. Ya hablamos por teléfono. Fue hace unos días y aún no entiendo por qué te fuiste. Sigo odiándote, pero cada vez con más amor.

. Ella seguía sola. Intentaban animarla, alguien propuso prender las velas para la nena, pero ella sólo se puso a llorar, negándose a soplar. Hasta le gustó un poco ver la cera cayendo en el chocolate negro de la torta.

Pero fue la última noche la que realmente valió la pena ser vivida. Un amanecer que nunca habían visto, que él le había prometido a ella y que parecía ya que no iba a cumplirle. No lo habían visto las noches anteriores, ésta era la última oportunidad. Finalmente él recordó la promesa. O la recordó solo, o lo ayudaron a recordarla. Lo importante es que la invitó a ver el amanecer en la playa, en San Bernardo, un año después de haberse conocido.


- No entiendo por qué, a veces, sos tan egoísta, Guillermo.- Ella nunca lo increpaba. Callaba, callaba. Siempre. Sólo algunas veces en las que abría la boca, destapaba lo que sentía y por mínimas cosas terminaba diciendo todo lo que tanto había callado.

. Estaban juntos caminando por Medrano, iban rumbo a una parada del 160 que los acercara un poco más a casa. Guillermo le había pedido a Cecilia, su piccolina, que no lo dejara solo, que quería dormir abrazado a alguien.

¿A dónde estamos yendo?

A matarnos lentamente. A lastimarnos entre nosotros, y a sangrar con el dulzor de la sangre, con el olor a dolor que emana de las heridas abiertas. A matarnos con las manos, con los dedos, con los pelos. A matarnos metafísicamente, de lejos. A ahogarnos en ríos de no hay más, en ríos de hasta acá llegué. Prefiero morirme de golpe, o no morirme más, y revivir.

No estoy seguro de recordar ni el cuerpo de Cecilia, ni su voz, ni su cara, siquiera. Pero lo que no puedo dejar de olvidar es su mirada.

I don't feel as if I know you

You take up all my time

The days are long and the night will throw you away

Coz the sun don't shine

Nobody ever mentions the weather can make or break your day

Nobody ever seems to remember life is a game we play


Me aburro de contarme siempre lo mismo.


Y aún no comprendía por qué estaba ahí. No solamente en esa oficina. Por qué estaba ahí en Rosario. Por qué había dejado a Guillermo aquella noche.

Cecilia sintió dentro suyo.

Sabés vos Guillermo, que yo tengo que ir desapareciendo de tu vida, vos sabés, yo lo vengo haciendo de a poco... Sí... Porque cuando nos conocimos, mi alma era roja. Nosotros éramos dos orugas, y hoy yo soy una mariposa que quiere volar, ser libre, necesito buscar respuestas a preguntas que todavía no hice.

En nombre de Cecilia, firmadas por Guillermo Páez:

el que espera,

el que odia,

el que te ama a cada rato.

Cecilia no dejó ninguna sin leer, y lloró con cada una de ellas, consciente del daño que había causado en ese su antiguo amor.

. Abrió la empresa de Publicidad con Julián, mi novio actual. Estamos enamorados, o al menos lo intentamos, aunque nos resulta muy difícil. A decir verdad, con vos era mucho más fácil, Guille (¿Te sigue molestando?). Juli sabe mantenerme más a raya. Muchas veces no estoy siquiera segura si me ama o no, pero sigo cada día buscándole el amor en los ojos.

Una Cecilia que una noche se fue, sin novio, sin perrita, sin amigos. ¿Por qué? Todavía no estoy para nada segura por qué me fui Guillermo. Estando lejos descubrí que la vida es una cja de cristales frágil, que se puede romper. Y que está llena de cosas que pueden desparramarse por el piso. La caja que yo tenía en Buenos Aires era mucho más fuerte que esa. Te lloré noches enteras, tantas fueron las noches que terminé sola en la rivera.

No podían darse el lujo de no volver a sentirse, era la última vez, los dos sabían que eran la última vez que iban a besarse.

Salieron del bar abrazados, con miedo a perderse entre la gente que a esa hora ya llenaba todas las calles. Doblaron en la esquina siguiente y el panorama cambió. La calle estaba desierta. Ellos iban abrazados. Ahora nada importaba más que el brillo de sus almas, que una vez más estaban reunidas. Alguno de los dos lloró, en silencio. El otro acompañó con una caricia imperceptible. FIN

Yo te sigo pensando, si conoces algo mi mente sabes que mañana, el viernes y el sábado van a ser días muy difíciles para mí. Estoy bien, muchas de estas palabras ajenas soy yo; terminé siendo Guillermo y vos siempre fuiste Cecilia.
Y terminamos como Guillermo y Cecilia. Tu próximo novio será Julian... Espero que te haga sentir mejor de lo que yo te hice sentir, Petite. A veces, moriría por saber cómo estas.
Sé que si alguien me dijera que me quedan 35 años de vida, los cambiaría por dos días y dos horas por vos.
Sí...
¿Sabes? Sé que no lees este blog, sin embargo te dejo mensajes. Quema mis novelas, borra mis cuentos, quema mis fotos y todas mis naves. No quiero que Julian las vea. Sinceramente, no quiero que Julian las vea.
Te extraño tanto que me sigue dando miedo.
Borrare esto cuando me de verguenza.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El amor es esa cucharada de helado de dulce de leche que nos meten en el culo

quema, sí, de frío, pero a la vez es placentero

sin embargo, cuando se va, deja ese sabor amargo que a nadie le gustaría chupar


me gusta que tengas personajes que vayan reapareciendo cada tanto en tus historias

pero en la vida no sé si está bueno que reaparezcan personajes

sobre todo, cuando el mismo y repetitivo personaje siempre es uno mismo


no dejes nunca de pasar por el barrio! si sos uno de mis seis!


saludos

pd: el libro de tu post anterior lo leí este verano. un poco me gustó

ai dijo...

vos y yo tenemos una historieta parecida.. maybe.. cada vez que te leo no puedo evitar encontrarme.. leerme a mi.. leer mis lineas.. leer las suyas..

beso!