jueves, septiembre 11, 2008

Purga de memorias

La niebla, creo, es una gran metáfora del momento presente. No personal, sino de todos. Es algo que todo lo recubre y no nos deja ver más allá de unos metros. A veces son unos cuantos cientos de metros, otras veces son solo unos pasos. Y, muchas veces, no importa que la niebla caiga contra el mundo, hay que seguir caminando.
Es lo mismo que el presente, puede gustarnos o no, podemos ser felices o no, o puede ser cualquier cosa; pero, tenemos que seguir. Y si no quisiéramos seguir la inercia simplemente nos mueve para delante, nos hace atravesar la niebla que no nos deja ver lo que el futuro tiene preparados para cada uno. Si es que existe el destino; sino existe tenemos todo en nuestras manos y por más que andemos en la niebla, hay que elegir para donde vamos.

Pero muchas veces los recuerdos nos persiguen y no nos dejan en paz. Ya sea en sueños o en plena conciencia, los recuerdos vuelven. Puede ser doloroso, pero no creo que sea malo. Pero de alguna manera hay que dejar asentados los recuerdos.
El otro día, tenía una conversación con mi psicóloga. Creo que es una de las pocas que puedo reseñar sin dañar mi sentimiento de intimidad. Hablábamos sobre las creaciones, le decía que muchas veces (demasiadas) tenía ganas de no escribir más. De dejar de escribir; simplemente eso, dejar eso. No hacerlo más. Pero sin embargo, en ese momento también le decía que era imposible para mi dejar de hacerlo. Porque las historias y las cuestiones pululan en mi mente, escribirlas es la única forma de purgarlas. Yo le dije que pensaba que si dejaba de hacerlo, muy probablemente me volvería... Y ella me terminó la frase con que me volvería loco. Y yo iba a decir eso, porque realmente siempre creí que si no lo hago me vuelvo loco.
Hoy, en la niebla del presente, no hay muchas historias que contar. Por más que he sacado de la galera muchas historias, siento que todas las historias tienen un cierto sentido similar y siempre caminan por lugares melancólicos y de recuerdos. Eso me molesta, siento que solo pude escribir un cuento que no tenía nada que ver con mi situación actual. No importa cual.
En estos días hay tres recuerdos (entre tantos otros, pero estos son recurrentes) que andan todo el tiempo jugando en mi mente. Tal vez, estén pidiendo a gritos que los ponga en papel. No lo creo, pero lo haré, ya que las historias que vienen están dando vueltas, pero siempre son similares, con los mismos actores para el mismo lector.
Recuerdos:



MI ABUELO:



De mi abuelo tengo mil recuerdos. Diez mil o más. Mi abuelo fue una de las personas más importantes de mi vida. Sí. Y yo desde siempre tuve la sensación que no lo lloré todo lo que tendría que haberlo llorado. Y siempre vuelve sobre mi esa noche en que falleció, en que lo lloré un rato.
Era el día antes de mi cumpleaños. Habíamos ido de paseo a Capital. Yo ya tenía información que mi abuelo estaba mal, pero necesitaba ir de paseo. No recuerdo cómo llegamos a Capital (En auto, pero no recuerdo nada antes). Mis primeras memorias empiezan en un café de corrientes, previamente habíamos ido al San Martín a comprar las entradas para una película de un ciclo de cine francés. El nombre era “Los amantes regulares”. Tomamos café y hablamos de tonterías, realmente fue un momento muy feliz, estaba muy contento y la compañía era la única que necesitaba por esos días.
Entramos a ver la película, luego de una larga e interminable cola (escuchando muchas conversaciones snobs de los habituales del San Martín, donde se quejaban de todos los “otros” que estábamos allí). Ubicaciones mediocres, muy cerca de la pantalla, pero la sala estaba completamente repleta.
Entramos un 20 de enero, cerca de las ocho de la noche o algo así. Salimos el 21 de enero, y era mi cumpleaños. En mis recuerdos mientras estábamos bajando las escaleras del costado, me dice estas palabras: “Falleció tu abuelo”. No sé porque no me habían llamado a mi o si yo le di el teléfono. No recuerdo, ni importa. De su boca salieron esas palabras, las únicas que se podían decir. Caminé como un autómata por Corrientes, a su lado. Creo que iba diciendo cosas de mi abuelo, recuerdos y cosas. Decidimos no entrar a “los inmortales” para comer. Y nos sentamos en la parte parisina de la ciudad. Allí lloré a su regazo. Recuerdo que lloré un largo rato, mientras ella me acariciaba la cabeza.
Volvimos a casa. Dormimos. Y en mi cumpleaños fuimos al cementerio. Éramos muy pocas personas. Solo las necesarias.
Y todavía hoy siento que lo lloré tan poco. A veces creo que lo lloré tan poco porque nunca sentí que realmente se haya ido. Creo que está siempre cerca de mí. Creo que está cerca de mí y de mi hermano, porque creo que éramos lo más importante para él.
Pero lo extraño.
Pero lo tuve exactamente 25 años y 364 días.



LA CHANCHA, LOS VEINTE Y LA MÁQUINA DE HACER CHORIZOS:



Recuerdo bizarro que anda pululando por mi mente. Fue una noche en que caminamos a alquilar películas y no sé bien cómo apareció mi amigo allí. Sí me acuerdo que anduvimos toda la noche boludeando entre todas las películas, mientras buscábamos una tapa de una película de Gary Busey que era (es) muy cómica.
Apareció y estuvimos un buen rato, todos juntos charlando. Luego, salimos de ese negocio y nos fuimos a la heladería. Recuerdo que no comí helado, abre picoteado. Mientras mi amigo nos comentaba que no entendía el concepto de la chancha, los veinte y la máquina de hacer chorizos. En su gran concepto del todo, del todo.
Mientras yo hacía el gesto del armado de los chorizos en la máquina; él se debatía internamente (Aunque lo decía externamente) en cómo funcionaba todo eso.
Luego volvimos caminando, creo que era una cálida noche de verano. Estábamos solos en casa. En el camino de vuelta él nos contaba que estaba totalmente orgulloso que había sacado la canción de Cae, esa que se llama “Te recuerdo”. Nos la cantó cuando estábamos cruzando las vías.
Luego, varios días después; en su fiesta de cumpleaños, a nuestro pedido, la cantó. Con guitarra eléctrica y para nosotros, aunque nosotros estábamos medios idos de la gran turba y estábamos sentados a un costado.
Algo así:

Amor, ya sé que es imposible perdonar las noches que yo no te puede dar,
encarcelado entre las luces, escribiendo tus silencios.Amor, ya sé que nada queda por decir, no hay palabras que te acerquen a mí,fuiste mi rosa preferida, fuiste mi mejor canción.
Etc. Todos los quiebres de voz de CAE, él los hacía. Vuelve esa noche. Gran recuerdo muy obviado últimamente, que volvió sin darme cuenta.



“TE VAS A CAER”:



Recuerdo reciente. Además lo tengo grabado en video. Pero realmente nunca vi ese video. Prefiero lo que recuerda mi mente. Esto es muy simple y muy tonto.
Estaba sobre un árbol, que estaba inclinado en Bahía Manzano. Le había costado subirse y se hacía la modelo. Estaba de remera negra y jean. Estábamos muy comunes. Pero estábamos muy bien. Estaba sobre el tronco y yo le estaba sacando fotos.
Y en algún momento se me da por grabar, mientras le decía “Te vas a caer, y yo lo voy a filmar” o cosas así. Estuvo un rato sobre el tronco, mientras se reía de todo lo que la molestaba. Al final no se cayo. Y el día fue tan lindo como estábamos en ese momento.
Sinceramente, quiero recordarla así. Con esa gran risa, feliz y contenta. Sencillamente siendo lo que quería ser. Cuando elijo recordarla (La recuerdo siempre, pero cuando lo elijo) la imagen que intento “ver” es esa. Ese día, con su sonrisa y su felicidad a cuestas.
A veces pienso que porque fui tan feliz en este momento tengo que estar en este presente. Pero esas son tonterías.
Así que tengo muchas formas de recodarte (Si todavía lo lees, es a vos) pero yo elijo recordarte así, feliz y contenta.



Pero los recuerdos no se van a ir porque yo los ponga en papel. Y sinceramente, yo no quiero que los recuerdos se vayan. Porque los recuerdos que tengo, estos tres y otros más, son parte de lo que yo soy. Parte de lo que me ayuda a maniobrar entre la niebla el presente y hace que la niebla sea menos espesa.
El futuro llega, y nadie sabe lo que trae. Se puede elegir o no, no es importante. Llega. El presente es el momento en que estás. Y el pasado, es simplemente, lo que te hace ser lo que sos. No se puede borrar el pasado, y sinceramente, yo no querría cambiarlo.
Aunque muchas veces quisiera repetirlo.

1 comentario:

Valun.diseño dijo...

No creo que tu ojo esté equivocado, hay muchas maneras de apreciar el arte, y no es igual para todos...
también está en juego el gusto y quizá no te agradó lo suficiente, lo cual es totalmente válido..

es este tu blog?