miércoles, octubre 22, 2008

En un cerrar y abrir de ojos

(...)
Cierro los ojos.
Sin más preámbulos, con todas las dudas a cuestas, te siento entre mis brazos. El calor de tu cuerpo me lo dice, la caricia dulce de tu piel contra la piel desnuda de mis brazos. El sentir mis manos aferrar a algo que sienten que nunca van a soltar.
Sin mucho más que aferrar que a vos, a un mundo de sensaciones nuevas y viejas, gastadas o listas para ser exploraras. Siento tu piel, tu cuerpo contra mi pecho. Siento tu ropa gastada y pasada por mil batallas. Batallas de amor, batallas de desprecio de alma. Te siento cerca de mí como nunca antes.
Y te abrazo fuerte. Mis brazos se cierran sobre tu cuerpo pequeño, mientras yo te escondo al mundo. Al mundo que nos mira y nos hace no entendernos. Te siento caliente, entre sollozos y lagrimas que salen de tus ojos. Que recorren tu cara, que recorren un camino diferente en el ojo izquierdo que el derecho. Caminos que ya recorrieron mis lagrimas días antes, cuando partiste a nunca jamás.
Tus brazos se cierran detrás de mi cuerpo, se cierran fuertemente como diciéndome: “No quiero escapar más, no quiero que me dejes huir de nuevo”; pero sé que lo que dicen en realidad es el opuesto a ello. Nadie huye, todos corren a donde está la paz del alma y por eso no debe haber culpas ni dolores; uno sólo deja atrás lo que le hace mal. Y ahora tus brazos se cierran sobre mi espalda, con tu cara escondida en mi pecho. Te siento contra mí, fuertemente agarrada. Me apretas el cuerpo, generando moretones que van a dar fe de mi encuentro.
La lluvia, purificadora de almas, dueña de toda la malignidad del universo, cae sobre nosotros. Nos lava las penas, nos lava las lagrimas con sus gotas gordas y verticales que se aporrean contra nuestros cuerpos tan unidos que parecen solo uno entre un gentío de genios malignos. Ni siquiera el agua de lluvia puede pasar entre nuestros cuerpos unidos, no cabe un alfiler entre nos porque mi corazón quiere latir otra vez al ritmo de tu corazón y para eso necesito escuchar tu ritmo, sentir tu frecuencia... Para copiarte, para dar los pasos certeros al costado tuyo.
Siento tus pechos contra mi pecho. Mis manos empiezan a recorrer tu espalda, darte calor con las palmas abiertas sobre tu musculosa blanca de mil batallas, mil veces sacadas en la pasión y la lujuria de lo que era nuestro amor. Siento tus anteojos contra mi pecho, me lastiman de dolor perdido en el pasado cercano cercado por muros de recuerdos que no se van ni se quieren ir solos, perdidos en el horizonte de algo que fue. Y fue muy lindo.
Te respiro. Vos me respiras en el pecho, me das calor por los agujeros de la camisa. Me respiras encima diciéndome que ahí estas, que yo no debo asustarme... que ahí te quedaras. La furia contenida de nuestros cuerpos empieza hacer que nuestras manos recorran las espaldas y que mis piernas se muevan de nervios. Vos, lentamente moves tu boca entre mis ropas, entre mis cuerpos pasado, futuro y presente, que fueron, que serán y que son. Siento tu esencia a cada respiro, ese elixir que sabía reconocer a cada momento a cada instante aunque estuvieras ausente. De pronto tus manos, rápidamente, se cierran sobre la tela de mi camisa, intentando agarrar mi piel, intentando quedarte con mi cuerpo que es tuyo y lo sabes.
Venís a reclamar lo que te pertenece, mientras escuchas mi corazón del lado incorrecto de mi pecho, y escuchas mi corazón del lado correcto de mi pecho. Escuchas las palabras que digo, que no importan que dicen, que no importa que son. Sólo escuchas mi voz, porque mi voz tiene ese tono reparador de daños perdidos en gotas de lluvia.
Vos hablas, respondes mis palabras. Todo para mi alma herida, llena de heridas que vos, con las palabras adecuadas, con las palabras reparadoras, con las palabras sanadoras (Dos palabras) haces que cicatricen, que vayan cerrando lentamente al escuchar esas palabras repetidas constantemente de tu boca; escuchando lo que al principio creo que son ecos de un pasado que quiero recordar pero que cada vez suenan con más fuerza, con más fuerza, con más fuerza, con más, con más, con...
Cada vez que las dos palabras mágicas suenan con más fuerza, los ecos no se desvanecen en la nada, no rebotan sino que explotan, una y otra vez. Se generan una y otra vez el nuevo mundo que siento nuestro, que siento feliz, que siento sin dudas, sin escuchar lo ya repetido sino escuchando cosas nuevas, cosas que ambos queremos oír. Para hacer todo más fácil, para hacer el camino que dejamos de andar.
Hago separar tu cara de mi pecho, mientras la lluvia cae sobre mis ojos cerrados. Recorro tu cara con las yemas de mis dedos. Recorro todas las imperfecciones y cicatrices; esa cicatriz en tu ojo, en el párpado. Te dibujo la cara con mis dedos, te coloreo con los colores que vos querés que te vea. Agarro azules y dibujo tus párpados, dibujo y coloreo tu pelo largo de celeste y tus sonrisas de rojo. Tus bordes de negro y tu pequeña nariz de azules turquesas. Jugueteo con tu pelo en mis dedos, otra vez y tantas veces. Luego con mis dedos exploro tu boca, cerrada primero. Tu boca se abre lentamente, y besa mis dedos índice y mayor de mi mano derecha. Mi índice recorre tu labio superior y mi mayor tu labio inferior, se abre y tu boca se encuentra dándole besos a mis dedos. Primero besos pequeños y diminutos, luego besos con mordidas y jugueteos de lengua. Tus manos agarran mis pinceles en forma de dedos y los atrapas para no dejarlos. Tu mano juega en mi cachete, supongo que me miras con los dos ojos entre aguaceros y lagrimas putrefactas. Libero mis manos para limpiar las lagrimas, primero te saco los anteojos que molestan, pero que te hace hermosa a mis ojos y que te deja verme claro y con contornos, no lejano y borroso. Mis dedos limpian tus lagrimas que ruedan desde los ojos por tus grandes cachetes que antes creaban las sonrisas más bonitas.
Te limpio de las lagrimas malignas de tristeza, te dejo nueva frente a la lluvia y a las lagrimas de felicidad. Levanto tu cara con mi mano en tu pera, la levanto hacia mí; sabiendo que tus pies se ponen en punta mientras yo bajo la cabeza. Primero mis labios recorren tus labios, recordando los lugares que hay que tocar, acariciar y apretar. Empezando por la comisura y siguiendo su camino al corazón de tu boca. Allí tus labios se abren un poco y yo te beso. Tiernamente, lentamente, poco a poco, soy sabedor que hoy tengo todo el tiempo del mundo, mañana no lo sabré.
Mis labios se juntan con los tuyos, se recorren. Mi lengua se abre camino, mientras lo que empezó como un reconocimiento se transforma en pasión, se genera el beso de amor eterno. Te beso sin soltar la cabeza, sin soltar tu cuerpo. Te beso sin cesar, mientras los besos correspondidos juegan con mi boca. Siento que mi pequeña lengua encuentra los puntos que estaban allí todo el tiempo, mientras tus manos, detrás de mi cuerpo se desesperan por sostenerme, se desesperan por agarrarme, por asirme de la manera que sentís. Te agarras de la camisa, te agarras de mi cuerpo, de mi cinturón, te agarras de los huesos que nunca viste y que te siguen asustando.
No pensas en nada. Ni en qué pasará ni en que estas haciendo ni en por qué no lo hiciste antes. Lo estas haciendo. Yo lo hago porque quiero. Simplemente porque te deseo, y por eso te deseo una buena vida. El beso sigue su curso hasta que las bocas se separan.
Pero el beso es uno grande y viene con mil ecos de pequeños besos de labios a labios cerrados, de manos que agarran de las orejas, tapándolas para solo oír el rugir de tu cuerpo, sin soltar. Miles de besos que son ecos del gran beso.
Un beso eterno a mi recuerdo. Un beso.
Abro los ojos.
(...)

5 comentarios:

eMiLiA dijo...

Uff, todo lo que se construye y se destruye en un instante.

La verdad, me gustó mucho, pero rescato sobre todo esto:

"Nadie huye, todos corren a donde está la paz del alma y por eso no debe haber culpas ni dolores; uno sólo deja atrás lo que le hace mal"

Exacto. Sólo se deja atrás lo que hace mal...

Entonces, quizá no soy masoquista... soy costumbrista. Je.

Espero leer + con + tiempo!

Otro saludo!

:)

Luna dijo...

Este post tendría que venir con un cartel de advertencia para no caer en el error de leerlo en horas de trabajo. Ahora, después de leerlo, va a resultar difícil concentrarse. Las palabras (junto con los recuerdos y las sensaciones ) invaden mi cabeza.
Saludos!

MBI dijo...

¡Claroooo que me interesa.... este blooooggg!
Antes de las foto había fresas con leche.
Es mi tazón, mi cuchara y mi baúl...y no puedo hacer un intermedio....
sin que desconfieís...

ai dijo...

me hiciste recordar y pasar por miles de estados.. que sorpresa.. no lo esperaba..

[y si, creo que vos y yo habitamos la misma pagina..]

besos..


hermoso post!

Ayelen dijo...

Ei, ¿Por donde anda ud?
Nice post.

Yo nunca dejo atrás lo que me hace mal. Está muy mal, lo se, pero así soy y así seguramente moriré. Soy bastante extremista, debo reconocer (pero a la vez también
me aburro fácil y rápido de las cosas).

Saludos.