Primero, nos levantamos mirando el sol.
Ella abre la ventana para mirar fuera.
Él intenta seguir durmiendo con los ojos cerrados.
Los cuerpos desnudos en la cama grande.
Afuera el día se levanta de a poco.
Están rodeados de edificios grises y ventanas
curiosas.
Del otro lado están los árboles y el campo.
Ella sale de la cama y se va al baño.
Él camina hasta la cocina y ve el cielo.
Los ojos arden cuando se levantan.
Los cuerpos ajenos son uno y se extrañan.
Él embarga la casa con el olor a café.
Ella vuelve y se mete en la cama.
Él vuelve con el café en la mano y dos tazas.
Se quema y lo deja en la mesita de luz.
Ambos se vuelven a enredar.
Un brazo alrededor del cuello.
Un ombligo que se mira al otro.
Otro brazo que acaricia la espalda.
Una boca que se junta con otra.
Los ojos cerrados que ven.
Segundo, abrimos las persianas.
Para que la luz del sol entre en la penumbra.
Ellos siguen en la cama y miran para afuera.
Mientras los curiosos miran para adentro.
Ella toma el café, mientras él cierra los ojos.
Las bocinas entran por la ventana cerrada.
Y del otro lado están los pájaros que cantan.
De un lado está la ciudad y del otro el campo.
Pero ellos, en la cama, miran la ciudad.
Las Colinas, los ríos, los árboles allá.
Él besa sus cabellos y los huele.
Ella se deja besar y se deja oler.
Hacen entre dos.
Son el plural singular.
Son dos que hacen uno.
Ella respira lentamente
Mientras él comienza a jadear.
Entre ambos hacen.
Tercero, el resto del café se enfría.
Las tostadas quedaron en la cocina.
Las cortinas vuelven a bajar.
Y la luz del sol queda afuera,
Donde solo ilumina a la ciudad.
Y del otro lado, al campo.
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