martes, marzo 18, 2008

66

La quietud, le parecía, era solo un estado de animo de incredulidad. Solo eso; él pensaba que todas las personas estaban tan incrédulas de estar ahí. El estar ahí se resumía casi en el estar frente a él. Una masa de cerca de veinte mil personas que no estaban, o por lo menos, era como que no estaban para él, la persona que estaba allí.
La noche era espléndida, genial para estar al aire libre tanto tiempo. Verlo entrar con las notas pomposas de la música clásica; las palabras en ingles del locutor, la gente gritaba y aullaba mientras él se colgaba la guitarra eléctrica, una hermosa Fender Stratocaster. Sputnik se dijo que la música clásica la iba a proveer él por un par de horas. Mientras rasgueaba la guitarra Ulises sabía que el ser del escenario estaba a la altura de Chopin, Beethoven o cualquier otro.
Allí arriba, con cinco personas más; cinco personas mas o menos anónimas. Pero todo eso era él. Estar ahí. Suaznabar estaba también sentado en la lejanía, mientras Wilmar había podido sortear varios controles solo para verlo. Era raro, pero allí estaba; ninguno pensaba que lo iba a ver. Pero lo veían, el mito existía mas allá de los discos, las grabaciones y los recitales de la televisión.
Volvieron en esos últimos días antes de verlo varias discusiones que habían tenido lugar años atrás, en otra juventud. Suaznabar decía que quería verlo en el 66, en el Royal Albert Hall pero que en realidad era un recital en Manchester. Wilmar siempre decía que él le quería gritar “judas”, a ver que dice. Alguna voz siempre terminaba diciendo “I don´t believe you...
You are a liar...” y luego rockear, destruir los tiernos oídos que esperaban notas salidas de una guitarra acústica.
Pero ahí lo escuchaban cambiando las canciones de lugar, moviéndolas a su placer para escuchar su nueva voz. La voz era otro gran cambio que había logrado con los años. Era rasposa, indicando un cierto cansancio impostado; pero era su arte escénico. Guitarra eléctrica al frente.
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Solo quiero Visions of Johanna. – Dijo. Pero sabía que en ese estado nunca podría ser dada.
La banda sonaba potente, se movía por capas de sonidos. Un sonido que empezó en blue grass y que se fue modulando en rock. Wilmar reconoció instantáneamente las canciones mas nuevas, las mas viejas le costaron rastrearlas. Estaban cambiadas, como estaba él en el escenario. Estaba mas viejo, pero se notaba que era él.
Suaznabar odió Lay Lady Lay; pero entendió que era necesaria. Era la canción emblemática del cambio de voz. Ese disco es otra mutación. Los dos se sorprendieron cuando no escucharon nada del magistral Blood on the tracks. No importo demasiado.
Wilmar y Suaznabar en ningún momento se vieron. S estaba con Julia, que lo contemplaba buscando la mirada hipnótica que solo estaba enfocada en él. La banda sonaba de mil maravillas, pero nadie estaba allí.
La cuarta pared existía y él la había construido con una gran presencia. No había demasiado movimiento en la gente, mas que en las molestas personas que siempre llegan tarde o que infringen las leyes impuestas por su majestad en el escenario.
Julia esta esperando su momento; llega. Entre voces rasposas escucha lo que alguna vez, en algún hospital perdido de la memoria. Mientras el abuelo se moría, Suaznabar le dijo a ella. Julia volvió ese día a ser ella, y S dejo de llorar por los rincones de las discurrías y las librerías. La voz rasposa, casi recitando, casi rapeando, murmurando dijo:

Yes, I believe it's time for us to quit

When we meet again

Introduced as friends

Suaznabar le beso la oreja. Ella se dejó, le dijo te amo. Al momento que a la leyenda se le caía el micrófono sobre el piano eléctrico, Wilmar lo vio y comprendió que no era un ser mitológico, solo era humano; pero un genial ser humano. La noche luego termino con versiones potentes de viejos clásicos. Como siempre, electrificados. Totalmente nuevos, como esa noche. Una noche nueva, con una voz nueva perdida en el olvido.
Nadie gritó Judas. Aunque luego se dirán que ambos lo hicieron. Suaznabar hasta dirá, el Judas bueno, porque nunca hubiera sido tan grande si hubiera sido toda su vida un trovador de guitarra acústica.

1 comentario:

l dijo...

"Pero ahí lo escuchaban cambiando las canciones de lugar, moviéndolas a su placer para escuchar su nueva voz." Me gustó eso.
No lo vi a Suaznabar. Pero imaginé que allí estaría.

Y sí. El micrófono le dio vida. Lo desestabilizó. Y nos dejó verlo con un poco menos de aura.