viernes, diciembre 05, 2008

El Papel


“Vernos tal vez nos probaría que el pasado pasó y que nos hemos convertido en otros”

Adolfo Bioy Casares.




Gastón sube las escaleras luego de dejar de leer lo que estaba leyendo. Tranquilo, escalón por escalón, sube mirando a tientas entre la oscuridad las cosas que no ve. Pero sabe donde están todas las cosas.



Anda ido, abstraído. Esta mutando. Cambiando. Esta cambiando de piel como una serpiente, dejando su anterior “YO” detrás suyo y creando, construyendo otro “YO” muy parecido al anterior pero diferente en soledades y ausencias, presencias y compañías.

Presiente que tiene que buscar un microcuento esta noche para mantener el sitio “Citas sin Contexto”. La voz de Wilmar retumba en el fondo de su cabeza, la suplica y le implora que ese escrito no sea escrito. Gastón habla en voz alta, sin miedo de despertar a sus padres que duermen con el aire acondicionado. Wilmar presiente, o vio, que algo va a pasar. Gastón lo tranquiliza diciendo que nada puede pasarle y, que a lo sumo, le pueden pasar cosas inesperadas como a él mismo. Yo, le dice, que estoy solo y nunca pensé que iba a volver a estarlo... Wilmar, siempre pasan cagadas... Hay que saber aceptarlas

Entra a su habitación, cierra la puerta con llave atrás. Wilmar queda del lado de afuera, o se encierra en su mente, del lado de afuera. Tal vez se encontró con Suaznabar y fueron a tomar una ginebra a “La Guillermina” o quizá terminaron caminando por caminos que llevan al pasado y encontraron abierto su primer bar, ese que se llamaba “El sol” pero que en su mundo sigue abierta y no es un muy feo negocio de electrodomésticos.

Se acerca a la biblioteca, toma un pilón de libros y los pone sobre la cama. Tiene que sacar esos libros ya que el libro que necesita agarra, Ojos de Aguja,


esta en la segunda fila del primer estante de su biblioteca. Toma el libro amarillo en sus manos. Y mira la tapa, para ver bien el nombre, una manía que tiene desde épocas que no recuerda; inmemorables, diría él.



Es el estante más raro de todos, ya que en él hay libros en tres idiomas y libros muy antiguos, rescatados de la casa de su abuela. Piensa en su abuelo, en dónde estará. Se dice “Mañana cumpliría años. Nació en el 27, ¿Cuántos años tendría? Al rato se queda pensando que él como Contador Público Nacional recibido pero no matriculado, debería sacar esa cuenta en un santiamén, pero no saca la cuenta. Su mente divaga. Siente que sus últimos cuentos no son historias, son imágenes. Siente que sus cuentos no son cuentos, y tiene una imperiosa necesidad de volver a escribir historias. Con giros y búsquedas narrativas. Se siente un creador de imágenes efímeras en tres paginas. Necesito un cuento que tenga seis o siete hojas y que tenga una historia... Sí... Conciencia de escritor”. Lo piensa, lo eleva, pero también se dice: “¿Quién lo leería? Antes me leía ella... ahora, si publico en el sitio algo de tantas hojas ¿Alguien lo leería?”. Nunca fue muy positivo con respecto a sus escritos.
Se sienta en el piso y empieza a pasar las páginas, una por una. Encuentra un papel, escrito en tinta por él muchos años antes. Piensa, esto debe ser de principios del 2004. Cuando tenía una sola primera ex novia, cuando tenía solo conciencia de una sola mujer.

Mira el papel.



Lo lee:

Jennifer Connely es tan linda mujer. Debe ser la mujer más linda de todo Hollywood hoy. Pero su belleza es tan inmensa, tan de diosa griega, tan de Venus, que eso la hace insulsa. Se podría decir que es casi la perfección, pero la perfección es horrible ya que uno ve las fallas.


Esa película de ayer me saco de mí por un par de horas. Es bueno que lo saque de un por un rato, ya que cuando uno no quiere estar en uno se tiene que ir por algún lado, y la quieres no siempre sos linda.


Según que persona acá, el Dios que tiene. Ella pensaba que Dios era pintor por los colores. Yo pienso que Dios es escritor por loas historias que haga. Todos somos una novela, nouvelle, cuento, fábula o best-seller. Uno no sabe qué es pero los otros lo intuyen. Yo pensaba que era una novela. Hoy por hoy pienso que soy un cuento nada más. Y la diferencia entre cuento y novela es la cantidad de paginas, pero más importante lo que le queda a uno en el cerebro.


Desde hace alrededor de 4 meses que me estoy alienando. La persona es un devenir, el tiempo pasa y se pone uno más viejo. Siento que me convierto en cuando uno no sabe a donde va, pero va igual. Es entrar en el túnel de Juan Pablo Castell. Es, tal vez, no ver un camino que uno camina. En si sé a donde voy.


Escribir, eso es algo copado. Es como una catarsis del alma, es algo muy Sócrates. Cortarse las venas y dejar caer la sangre hasta que lo que te hace mal, se sana; pero bueno es sólo filosófico porque te morís desangrado.


Voy a jugar al Tetris o al dominó ¿Alguien en el MSN quiere? Antes decía que “hasta el fin del universo”, hoy me parece más lindo “hasta el fin de los tiempos”. Como un libro de Nostradamus que compré y no leí. Pero el libro está ahí y el tiempo estará allá.


Me preocupa mi abuelo.


Cierra el libro, mientras se queda pensando en la última sentencia. EN esa época su abuela estaba mal, faltaría algún tiempo para que no lo tuviera más con él. Pensó: “Miguel Clemente... Cuanto lo extraño, Ito... Cuanto extraño sus historias...” y se quedó pensando en su abuelo. Lo vio, lo recreo en su cama. Hablando con sus gestos serios. Reprochándole lo mal que estaba por la segunda ex novia, que él había conocido.

De hecho, una de las últimas veces que lo vio en su casa, fue un 6 de Diciembre de hace un par de años. Ella había llegado primero. El abuelo Miguel ya estaba algo postrado. Estaba agachado y con una barba de varios días, una barba blanca y mortecina. Ella luego le diría a Gastón que por primera vez veía a su abuelo muy viejo, él se quedó pensando en esa sentencia mientras volvían a su casa.

Luego se pone a repensar el texto que había escrito hace tanto tiempo. Eran palabras que estaban en profunda sintonía con su primera ex novia. Y que luego la única persona que había leído ese papel era su segunda ex novia. Y le sorprendía, se sorprendía Gastón que sentía lo mismo hoy día que lo que había sentido hacía más de cuatro años. Sabía que el dolor, el sentirse perdido, el andar flotando a la deriva era mucho más fuerte que la primera vez. Porque, si era posible (Y lo era, Gastón lo sabía), la había amado mucho más a esta segunda que a la primera. Mientras que la primera era grata compañía, la segunda lo completaba y le daba forma y claridad futura a su vida.

Se quedó pensando en “Hasta el fin de los tiempos”, con la primera se había quedado en largo, y con la segunda se había quedado corto. Luego, mientras copiaba el texto de Cocteau que había elegido para la pagina, se quedó pensando que quizá eso era un buen cuento. Sin historia, sin personajes, sin nada... Pero quizá valía la pena escribirlo.

“Pero tengo que pensarme en tercera persona” se dijo. Y al final, eso hizo.

4 comentarios:

Luna dijo...

Cómo determinar que el pasado es tal? En que instante una historia deja de ser presente y se transforma en pretérito? Cambiamos tan facilmente los tiempos verbales o aquellas historias que nos movilizaron se resisten a pasar, más que nada porque nosotros no dejamos que "sean" y pretendemos que "sigan siendo".
El tiempo en que amamos siempre es poco. Los ratos de felicidad son siempre raros y escasos, casi diría que son "especies en peligro de extinción"

Qué frase la de Bioy! Hubiese merecido una entrada en Citas.
Uno de mis libros favoritos es "La invención de Morel"

Saludos, Suaznabar

virginia dijo...

tenes una belleza demasiado abrumadora, tus textos atraen e infectan a la vez.. me da cosa decirte tantas cosas, asi que prefiero agachar la vista, guardame un paquetito de letras en el armario y detenerme... creo q las cosas que te diria las pusiste todas alineadas en alguna parte de este fragmento..

creo
el viaje es directo, la ida sin regreso

(g. perdón si mis palabras fueron torpes, salieron como estornudo y no se si de todo lo que te dije te quedo claro lo que te venía a decir)

eMiLiA dijo...

Debo confesar que no suelo leer textos muy extensos de los blogs.
Tiendo a evitarlos e incluso no me atrevo a publicarlos por temor a no conseguir quien posea paciencia lectora.

No sé bien por qué, pero este relato me enganchó y me gustó.
Mis ojos, pese al cansancio y a la picazón, no lamentan haberse posado en él.

Ah, y la frase de Boiy, uff. En cualquier momento la cito yo!

Saludos

Ayelen dijo...

Me gustó mucho este relato!
La forma, la idea...

"Hasta el fin de los tiempos"; no es malo. Siempre y cuando se tome al tiempo como un ciclo!!

Saludos!