sábado, octubre 27, 2012

El Futuro.



Perdida entre la bruma del mar,
El Faro de Alejandría no ilumina,
Ni muestra un camino,
Las bibliotecas nunca enseñan,
Que es lo que hay que hacer.
No hay enseres para seres.
El paisaje ominoso se despliega,
Ante los peligros de la mirada.
La bella muerte entre todos.
Nuestros deseos son inanes.
Y perdidos en el averno,
Un alma existe entre el resto,
Que confirma nuestra dualidad.
Nuestro futuro es invisible,
Un acto de eterna fe.
Somos Orfeo en su rescate.
Siempre jugando contra el Invisible,
Alegrando el corazón con música.
A veces se nos concede un deseo.
Y no podemos ver el porvenir,
Así como Orfeo no debía verla,
A ella, única, Eurídice, muerta,
Extraviada entre el Hades,
La vida es búsqueda,
Y es encuentro.
Es dos corazones que se aman.
Y tenemos que tener ciega fe
En aquello que no podemos ver,
Pero que debemos sentir,
Oler, beber, respirar.
Una mano en nuestra mano,
El amor en nuestro cuerpo.
Pero no debemos mirar más allá,
De lo que se nos recomendó.
Pues si miramos,
Por nuestra humana impaciencia
Puede ser que todo,
Se desvanezca en un segundo.
Y ella, nuestra amante,
Nuestra vida,
Desaparezca ante nuestra mirada.
Dejando en la tierra,
Nuestras manos,
Tomando, aferrándonos,
A la nada.

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