Desde el momento en que ella se enteró por la televisión hasta el momento que se decidió a llamar pasó cerca de una hora. Entre que ella se decidió a llamar hasta que realmente lo hizo pasaron treinta minutos. Le daba verguenza volver justo en ese momento, volver a verlos a todos.
La madre le movía el alma, intentando hacerla que los llame. Ella estaba tan mal. Llorando todo el tiempo, no entendía que había pasado y sentía que no podría vivir consigo misma mucho más tiempo.
A cada rato en ese momento se le pasaban por la cabeza todos los momentos juntos que habían pasado. También recordaba una de las últimas veces donde él, muy suelto de cuerpo, mientras ella estaba apoyada sobre sus brazos, le decía que a él no le iba a pasar nada. También recuerda el momento en que él afirmaba, que igual, ella no se iba a enterar, además que hacía mucho tiempo que ya era una persona dispensable en su vida. Igual lloraba, sentía culpa. Sabía que andaba en la calle a la noche con niebla solo porque no estaba con ella. Cuando estaban juntos su alma, o algo en especial, le hacía que no caminase a la noche.
Levanto el tubo del teléfono, marco los primeros cuatro números y luego los cuatro siguientes. Espero un rato hasta que una voz conocida atendió el teléfono con voz entre cortada, sonándose la nariz. Ella intentaba contener las lagrimas que a cada rato se le venían a los ojos; su madre atrás de ella, sentada en su cama lloraba.
"Hola" dijo la voz que ella reconoció instantaneamente, esa voz que a veces se confundía entre la de él y la de su hermano. Muchas veces ella empezó a hablar toda mimosa a su hermano hasta que este entre risas la paró y se identificada. Ella respondió y hablaron sobre lo que sabían, que no era mucho más que lo que sabía ella. Luego hablo con la mamá de él, que estaba hecha un gran llanto. Hablaron un largo rato, ella tenía miedo que la trate mal, pero la mamá de él la trato como cuando estaba junto a él, la trató como a una hija como siempre había dicho.
Entre lagrimas, ella se quedó en su cama. Rehizo el itinerario de su última noche en vida. Salió de su casa para alquilar unas películas, que al parecer era lo único que lo calmaba en esos días. Camino por la calle de su casa hasta que de repente cayó la niebla espesa sobre la ciudad. El asesino, "arrancacorazones" apareció entre la niebla. Primero, y según los peritos de la policía, le había clavado el cuchillo a la altura del estomago, revolviéndolo en su cuerpo. Luego, al amparo de la niebla y la noche oscura, cuando él estaba muerto, en el piso, le saco el corazón lo que era su sello distintivo. Nadie sabía como era, ni que hacía con los corazones; pero habían habido varios crímenes por la zona del mismo estilo, de noche y con cuchillos.
En la cama, lloraba despacio; su madre estaba dormida junto a ella. Ninguna de las dos estaban dormidas, se habían tomado un tranquilizante; pero todavía no surtía efecto. Ella recordó mientras estaba en la cama, los momentos más felices de su relación, también; como prueba de certeza; vinieron los momentos más feos de su noviazgo. Pero se quedó pensando por ejemplo en la primera vez que se vieron en el cine. Ella, apareció a su derecha, mientras él estaba entre dos carteles, detrás de la boletería. Ella, como le gustaba, se le apareció de prepo, él hizo un comentario sobre su altura, de por sí mínima; y jugaron con la idea de sus diferencias. él le sacaba una cabeza, ella luego iba a encontrar en su abrazo de oso una de las cosas que más le gustaban. El cine, la charla, el juego de los errores de ortografía, el balcón, el beso en las escaleras mecánicas, la ida a su casa, los besos más apasionados en el auto. La noche que durmió realmente bien. La llamó al otro día para disculparse y hablar. Ella lo entendió luego de mucho tiempo. La relación empezó a tropezones pero siguió por varios años, hasta que llegó el final. Inesperado para él, necesario para ella.
Ella se quedó dormida, y en su sueño lo soñó, como no podía ser de otra manera ese día. El sueño era raro, porque él estaba muerto. Todo su cuerpo bañado en sangre, pero estaba vivo al lado de ella, hablando de cualquier cosa. En algún momento creyó abrir los ojos y verlo sentado en un cajón de madera donde ella guardaba cosas de la facultad. Una imagen recurrente en las primeras noches de café horrible (Pero que a él le encantaba tomar), música y el conocimiento mutuo, que luego los llevó a enamorarse. Luego a desencontrarse. él, siempre pensó que iban a volver a estar juntos; ella en algún momento también. Aunque ninguno de los dos sabía nada sobre el futuro. Imaginaba historias, él. Ella intentaba vivir el presente. En el sueño, las heridas fueron cerrándoseles; la sangre fue despareciendo; todo mientras los besos de ella curaban sus heridas. Lo hizo sacarse la ropa, lo vio muy flaco, muy flaco. Pero vio como las heridas se cerraban solas, mientras ella le devolvía el corazón que ella tenía entre sus manos. En sueño, ella dijo algo así como "te devuelvo tu corazón, te devuelvo la vida. No importa que no podamos estar juntos, yo te quiero vivo, por siempre. Necesito saber que estas bien". Pero él no hablaba, desnudo, flaco y sin heridas solo la miraba. En algún momento, sintió ella que él se movía hacia ella, con las manos la agarraba de la cabeza y la acercaba, mientras sus labios buscaban sus labios. Se besaron, cariñosamente, como cuando se veían. Mientras sus manos la abrazaban, hasta que la empezó a sacudir, y el efecto del calmante se disolvió en su cuerpo y vio a su madre despertándola.
Se cambió, era un día muy frío. Se puso las botas, se puso el tapado negro, se lleno de capas de ropa. Su madre la llevó hasta la casa de él que tanto conocía. Una vez allí, todos se saludaron con abrazos y besos, mientras todos (Pocos) lloraban. La mamá la hizo a un lado, la hizo subir a la que había sido la habitación de él, donde tantas veces se habían besado, habían hecho el amor, habían jugado y donde él le bailaba Morrisey. La mamá de él le dijo que muchas veces, antes que eso pasara su hijo repetía y repetía que todos sus libros eran para ella. Ella también había escuchado eso, ahora repetido en boca de la mamá, ella dijo que no podía aceptarlo. La mamá le dijo que eran de ella, que él lo quería así mientras las dos lloraban y se abrazaban. Se quedó sola en su pieza, donde ella todavía lo olía, donde estaba segura que lo estaba viendo moviendo los brazos y las piernas al son de algún compás mientras ella reía sentada en la cama. Abrió un libro y encontró una foto de ellos, no había sido casualidad ella tenía la seguridad que esa foto tenía que estar ahí. Lloro mucho, hasta que se fueron a cremar el cuerpo.
En el cementerio eran pocos. Ella y su madre por un lado. El papá, la mamá, el hermano y la abuela de él. También estaba algo alejado el único amigo de él. Ella, entre penumbras creyó ver a Suaznabar, Julia, Wilmar, Sputnik, José Maria Arce, Ulises Margariño, León Febles, Tomas Mancuria, Dylan O`Keefe y a Vivi. Entre lagrimas las imágenes parecían borrosas. Más allá ella llegó a ver como todos estos consolaban a Virginia, Pérez no se encontraba en ningún lado. Ella y Virginia sabían donde estaba Pérez. Todos ellos fueron despareciendo uno a uno, hasta que solo ella se quedó mirando a Virginia. Se veía en el espejo, ella lloraba como ella. La saludo. Y desapareció, ya que como había dicho él alguna vez: Pérez sin Virginia no puede existir; ahora ella sabía que la situación era también inversamente proporcional.
Todo esto ocurrió mientras ella tomaba la decisión de editar todos sus trabajos. De hacerlos llegar al gran público, su amado lo merecía. Lo que ella no sabía es que desde lejos a ella la estaba observando la persona que había lavado sus pecados encontrándolos a ellos dos.
La madre le movía el alma, intentando hacerla que los llame. Ella estaba tan mal. Llorando todo el tiempo, no entendía que había pasado y sentía que no podría vivir consigo misma mucho más tiempo.
A cada rato en ese momento se le pasaban por la cabeza todos los momentos juntos que habían pasado. También recordaba una de las últimas veces donde él, muy suelto de cuerpo, mientras ella estaba apoyada sobre sus brazos, le decía que a él no le iba a pasar nada. También recuerda el momento en que él afirmaba, que igual, ella no se iba a enterar, además que hacía mucho tiempo que ya era una persona dispensable en su vida. Igual lloraba, sentía culpa. Sabía que andaba en la calle a la noche con niebla solo porque no estaba con ella. Cuando estaban juntos su alma, o algo en especial, le hacía que no caminase a la noche.
Levanto el tubo del teléfono, marco los primeros cuatro números y luego los cuatro siguientes. Espero un rato hasta que una voz conocida atendió el teléfono con voz entre cortada, sonándose la nariz. Ella intentaba contener las lagrimas que a cada rato se le venían a los ojos; su madre atrás de ella, sentada en su cama lloraba.
"Hola" dijo la voz que ella reconoció instantaneamente, esa voz que a veces se confundía entre la de él y la de su hermano. Muchas veces ella empezó a hablar toda mimosa a su hermano hasta que este entre risas la paró y se identificada. Ella respondió y hablaron sobre lo que sabían, que no era mucho más que lo que sabía ella. Luego hablo con la mamá de él, que estaba hecha un gran llanto. Hablaron un largo rato, ella tenía miedo que la trate mal, pero la mamá de él la trato como cuando estaba junto a él, la trató como a una hija como siempre había dicho.
Entre lagrimas, ella se quedó en su cama. Rehizo el itinerario de su última noche en vida. Salió de su casa para alquilar unas películas, que al parecer era lo único que lo calmaba en esos días. Camino por la calle de su casa hasta que de repente cayó la niebla espesa sobre la ciudad. El asesino, "arrancacorazones" apareció entre la niebla. Primero, y según los peritos de la policía, le había clavado el cuchillo a la altura del estomago, revolviéndolo en su cuerpo. Luego, al amparo de la niebla y la noche oscura, cuando él estaba muerto, en el piso, le saco el corazón lo que era su sello distintivo. Nadie sabía como era, ni que hacía con los corazones; pero habían habido varios crímenes por la zona del mismo estilo, de noche y con cuchillos.
En la cama, lloraba despacio; su madre estaba dormida junto a ella. Ninguna de las dos estaban dormidas, se habían tomado un tranquilizante; pero todavía no surtía efecto. Ella recordó mientras estaba en la cama, los momentos más felices de su relación, también; como prueba de certeza; vinieron los momentos más feos de su noviazgo. Pero se quedó pensando por ejemplo en la primera vez que se vieron en el cine. Ella, apareció a su derecha, mientras él estaba entre dos carteles, detrás de la boletería. Ella, como le gustaba, se le apareció de prepo, él hizo un comentario sobre su altura, de por sí mínima; y jugaron con la idea de sus diferencias. él le sacaba una cabeza, ella luego iba a encontrar en su abrazo de oso una de las cosas que más le gustaban. El cine, la charla, el juego de los errores de ortografía, el balcón, el beso en las escaleras mecánicas, la ida a su casa, los besos más apasionados en el auto. La noche que durmió realmente bien. La llamó al otro día para disculparse y hablar. Ella lo entendió luego de mucho tiempo. La relación empezó a tropezones pero siguió por varios años, hasta que llegó el final. Inesperado para él, necesario para ella.
Ella se quedó dormida, y en su sueño lo soñó, como no podía ser de otra manera ese día. El sueño era raro, porque él estaba muerto. Todo su cuerpo bañado en sangre, pero estaba vivo al lado de ella, hablando de cualquier cosa. En algún momento creyó abrir los ojos y verlo sentado en un cajón de madera donde ella guardaba cosas de la facultad. Una imagen recurrente en las primeras noches de café horrible (Pero que a él le encantaba tomar), música y el conocimiento mutuo, que luego los llevó a enamorarse. Luego a desencontrarse. él, siempre pensó que iban a volver a estar juntos; ella en algún momento también. Aunque ninguno de los dos sabía nada sobre el futuro. Imaginaba historias, él. Ella intentaba vivir el presente. En el sueño, las heridas fueron cerrándoseles; la sangre fue despareciendo; todo mientras los besos de ella curaban sus heridas. Lo hizo sacarse la ropa, lo vio muy flaco, muy flaco. Pero vio como las heridas se cerraban solas, mientras ella le devolvía el corazón que ella tenía entre sus manos. En sueño, ella dijo algo así como "te devuelvo tu corazón, te devuelvo la vida. No importa que no podamos estar juntos, yo te quiero vivo, por siempre. Necesito saber que estas bien". Pero él no hablaba, desnudo, flaco y sin heridas solo la miraba. En algún momento, sintió ella que él se movía hacia ella, con las manos la agarraba de la cabeza y la acercaba, mientras sus labios buscaban sus labios. Se besaron, cariñosamente, como cuando se veían. Mientras sus manos la abrazaban, hasta que la empezó a sacudir, y el efecto del calmante se disolvió en su cuerpo y vio a su madre despertándola.
Se cambió, era un día muy frío. Se puso las botas, se puso el tapado negro, se lleno de capas de ropa. Su madre la llevó hasta la casa de él que tanto conocía. Una vez allí, todos se saludaron con abrazos y besos, mientras todos (Pocos) lloraban. La mamá la hizo a un lado, la hizo subir a la que había sido la habitación de él, donde tantas veces se habían besado, habían hecho el amor, habían jugado y donde él le bailaba Morrisey. La mamá de él le dijo que muchas veces, antes que eso pasara su hijo repetía y repetía que todos sus libros eran para ella. Ella también había escuchado eso, ahora repetido en boca de la mamá, ella dijo que no podía aceptarlo. La mamá le dijo que eran de ella, que él lo quería así mientras las dos lloraban y se abrazaban. Se quedó sola en su pieza, donde ella todavía lo olía, donde estaba segura que lo estaba viendo moviendo los brazos y las piernas al son de algún compás mientras ella reía sentada en la cama. Abrió un libro y encontró una foto de ellos, no había sido casualidad ella tenía la seguridad que esa foto tenía que estar ahí. Lloro mucho, hasta que se fueron a cremar el cuerpo.
En el cementerio eran pocos. Ella y su madre por un lado. El papá, la mamá, el hermano y la abuela de él. También estaba algo alejado el único amigo de él. Ella, entre penumbras creyó ver a Suaznabar, Julia, Wilmar, Sputnik, José Maria Arce, Ulises Margariño, León Febles, Tomas Mancuria, Dylan O`Keefe y a Vivi. Entre lagrimas las imágenes parecían borrosas. Más allá ella llegó a ver como todos estos consolaban a Virginia, Pérez no se encontraba en ningún lado. Ella y Virginia sabían donde estaba Pérez. Todos ellos fueron despareciendo uno a uno, hasta que solo ella se quedó mirando a Virginia. Se veía en el espejo, ella lloraba como ella. La saludo. Y desapareció, ya que como había dicho él alguna vez: Pérez sin Virginia no puede existir; ahora ella sabía que la situación era también inversamente proporcional.
Todo esto ocurrió mientras ella tomaba la decisión de editar todos sus trabajos. De hacerlos llegar al gran público, su amado lo merecía. Lo que ella no sabía es que desde lejos a ella la estaba observando la persona que había lavado sus pecados encontrándolos a ellos dos.
4 comentarios:
tu historia me dejo.. no puedo ni describirlo.. me gusto.. es fuerte.. tiene un varias cuestiones.. muchos aspectos.. cuando lo tenga mas cerrado te cuento.. un beso señor!.. buena semana..
cuidado! parece que anda un asesino arranca corazones merodeando por la zona...
me gusta la idea, es triste, pero tiene sus cosas...
un "consejo" (más bien una opinión): algunas partes están muy rebuscadas, creo que podrías pulirlas más, para poder convertirte en un verdadero super saiyajin
Asumido el concejo, tarde o temprano, le pasaré una repasada.
La idea es triste, y nació de pedo, juntando cuentos con la misma etiqueta, ahora faltan dos partes porque mi sentido de simetría es muy fuerte.
Las partes rebuscadas creo que son porque lo escribí dormido a la mañana o es que estoy intentando esconder cosas; intentaré ver eso.
Gracias.
procuraré leerlos todos entonces!
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